Cualquier objeto es bueno, cualquier producto es válido para ser publicitado
o decorado con algún elemento de referencias medievales, y más en concreto
heráldicas, como es el caso que ahora me ocupa: un simple sobrecillo de azúcar.
Estos añadidos, desde mi punto de vista, le dan distinción y valor añadido, que
se dice ahora.
Situación: restaurante
el Capricho en la carretera A-92, Málaga-Granada, término municipal de
Villanueva del Trabuco, durante un viaje desde Arroyo de la Miel a Campoamor; una
parada para tomar café, molletes del lugar, una reverenciable manteca con
tropezones y las correspondientes micciones de los viajeros, derivadas de la
edad mayormente.
Los sobrecillos
del azúcar que acompañaban al café, véase la ilustración que se acompaña,
además de contener los datos del establecimiento, estaban estampados con un
escudo pretendidamente nobiliario: un simple cuadrado, alejado de los formatos
heráldicos, que contenía un dibujo que no identificaba, y sobre él,
coronándolo, un yelmo emplumado; y todo ello pomposamente rodeado de
lambrequines.
He indagado
algo sobre este apellido y su escudo, sobre todo para llenar de contenido el
artículo y he de decir que, por ahora, apenas he encontrado algo sobre este
patronímico: que es conocido desde hace siglos, que no todos sus linajes tienen
un origen común, y que posiblemente su procedencia esté en la provincia de
Álava. Ah, y además, por su frecuencia, es el apellido número 6860 en España.
Y con respecto
al escudo, y a la torre en concreto, hay que observar la rareza de encontrar en
heráldica un dibujo de una edificación ajustada a la realidad, lo que le hace
perder verosimilitud. Por lo general, suelen ser torres y castillos idealizados
y que apenas se salen de un canon relativamente estricto. En la heráldica de
entidades administrativas sí se encuentran algunos castillos y torres realistas;
precisamente y que yo recuerde, uno de esos casos está en el escudo de mi
pueblo.
Así que para
concluir, y a falta de otra información que me contradiga, finalizo el tema con
la presunción de que el dueño del establecimiento ha diseñado y hecho suyo el
escudo. A pesar del invento, me agrada y felicito a este Sr. Paneque por haber
optado por esta simbología para conformar su logotipo comercial.
Posdata:
mientras le
daba vueltas con la cucharilla al café para disolver el azúcar llegó la idea:
abro un nuevo campo en este mundo de las recurrencias; hay que dar cabida a
cualquier producto. Vale todo.